El parto velado también conocido como nacimiento en “caul”, ocurre cuando el bebé nace todavía dentro del saco amniótico intacto. En un parto convencional, la bolsa amniótica se rompe de manera espontánea o por intervención médica antes del nacimiento; en el parto velado, esto no sucede y el bebé llega al exterior completamente envuelto en las membranas que lo protegieron durante la gestación.
A nivel visual, el parto velado es una situación llamativa y poco común. El bebé aparece “envuelto” en una fina membrana que parece una burbuja, dentro de la cual puede verse líquido amniótico y en algunos casos, sus movimientos suaves mientras aún no respira aire del exterior.
Una de las características más importantes del parto velado es que no representa un riesgo para el bebé cuando es atendido por personal capacitado. El recién nacido continúa recibiendo oxígeno por medio del cordón umbilical hasta que la bolsa es abierta de forma segura. Este proceso permite que la transición al medio externo sea más gradual y controlada.
Otra característica destacable es que el parto velado puede ocurrir tanto en partos vaginales como en cesáreas, aunque es más común en cesáreas programadas cuando el equipo médico decide no romper la bolsa de inmediato. En ambos casos, se requiere habilidad profesional para retirar la membrana sin causar daño ni al bebé ni a la madre.
Los partos velados también se asocian con simbolismos culturales. En varias tradiciones antiguas, se consideraba un “nacimiento especial”. Aun así, las familias suelen vivirlo como un momento profundamente emocional y único.
En cuanto a las razones médicas, el parto velado no siempre se puede planificar y además depende mucho de la consistencia o tensión de las membranas fetales.
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